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1.1. El crecimiento demográfico:

 

En el siglo XIX, la población española creció. Este crecimiento fue el resultado de la disminución de la mortalidad, acompañada del mantenimiento de la natalidad.

 

El descenso de la mortalidad fue condecuencia del aumento de la producción agraria y de la mejora en la dieta alimenticia de los españoles.

 

Las grande epidemias desaparecieron a lo largo del siglo XIX.

 

Con todo, la mortalidad se mantuvo en España más elevada que en otros países industializados Europeos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1.2. Los movimientos migratorios:

 

La abolición del régimen señorial, la concentración de la propiedad, las duras condiciones de vida del campesinado y diversas causas animaron a muchos campesinos a emigrar.

 

En una primera etapa, los emigrantes se dirigieron hacia los núcleos urbanos más próximos o dinámicos económicamente.

 

A partir de 1860 se inició un éxodo rural hacia Madrid, Barcelona y Vizcaya, las zonas más industrializadas de la península.

 

En una segunda etapa, a finales del siglo xix, el aumento de población y las pocas oportunidades de empleo obligaron a muchos españoles a emigrar a América Latina.

 

 

 

1.3.  El crecimiento de las ciudades:

 

El éxodo rural comportó un aumento de la urbanización, en determinado de los núcleos rurales.

 

Entre 1850 y 1900, España multiplicó por dos su nivel de población urbana.

 

Pero, a pesar de la creciente urbanización, a principios del siglo XX la mayoría de la población española continuaba siendo rural.

 

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